reina de copas
una aproximación mística a ser principiante de nuevo
Me da miedo escribir que en enero de 2023 comencé a asistir a las clases de teórica para el examen de conducir y en enero de 2024 aprobé el examen práctico. Que todavía estoy esperando que me llegue el carnet definitivo al buzón y estoy conduciendo con el permiso temporal.
Me da miedo escribirlo por si a quien lo leyese le pareciera mucho tiempo y se hiciera una idea de mí que fuera muy fiel a la verdad o muy alejada de esta, tal como si yo tuviera una noción clara de lo que es la verdadera-verdad que quisiera que otrxs pensaran de mí.
Me da miedo escribirlo por si me lo pudieran arrebatar todavía, el permiso, que como apunté ya, es temporal.
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Me da miedo escribir que el otro día fui sola al supermercado en coche por primera vez en 14 años.
Me da miedo escribirlo por si tuviera que hacer muchas más explicaciones anexas a esa primera declaración. Por si diera la impresión de que mi vida ha sido esto o aquello otro que no ha sido. Por si se entendiese que yo creo en que ir al supermercado sola en coche es una mejor manera de ir al supermercado que ir a pie o ir al mercado.
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Me da miedo escribir que me dan miedo los carriles de aceleración. Que son lugares para tomar decisiones rápidas que de no tomarse con la misma cantidad de agilidad que de precaución, pueden ocasionar colisiones mortales y que es un absoluto milagro diario que esta endeble y delicada danza para incorporarse a las vías, funcione.
Me da miedo escribirlo, pero a la vez estoy buscando formar un grupo de ayuda o una asociación.
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Me da miedo escribir que como terminé el año 2023 habiendo fallado el examen práctico de conducir y con la total incertidumbre de si lo conseguiría en el siguiente año, la tirana que vive en mi mente reinó por un buen tiempo y me castigó desde que fallé hasta que lo conseguí.
Me da miedo escribirlo por si alguien pudiera quedarse con la idea de que autoflagelarse es una buena metodología para alcanzar algo. No lo es.
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Me da miedo escribir que fallé dos exámenes prácticos de conducir, no sólo uno. Ambos en el momento de estacionar en paralelo.
Me da miedo escribirlo por si estuviera dando a entender que me avergüenza fallar en general y que quien lo creyera, estuviera en lo cierto, lo cual me avergonzaría también que se supiese como ahora se sabe.
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Me da miedo escribir que teórica y prácticamente ya sabía conducir, pero no había nada que me acreditara dentro de estas fronteras para hacerlo.
Me da miedo escribirlo porque pudiera provocar que me contaras que tu prima lo pudo revalidar y cómo es que yo no, lo que sería una historia mucho más extensa de lo que tú o yo querríamos invertir en tiempo.
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Me da miedo escribir que echo de menos los amaneceres que veía en el autobús de camino a la práctica de conducir.
Me da miedo escribirlo por si estuviera atrayendo a la mala suerte con mis inclinaciones nostálgicas.
Me da miedo escribirlo por si se pudiera leer como que estoy romantizando el autobús que esperaba a veces diez minutos y a veces cuarenta y cinco, y que sólo pasa seis veces al día por mi pueblo.
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Me da miedo escribir que echo de menos la excusa de comerme dos croassanitos de choco con el café con leche para hacer tiempo.
Me da miedo escribirlo por si me juzgase alguien, por la leche, por el choco, por el dos, aunque hayan sido mini.
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Me da miedo escribir que lloré mucho durante todo este proceso. Lloré practicando, lloré caminando de regreso, lloré al pensar que había suspendido y que tenía que seguir pagando prácticas. Lloré en seco como dice mi amiga Vero, que con la sabiduría y sensibilidad que la caracterizan, escribió el poemario de autocuidado más bonito del mundo del que todavía tengo tanto que aprender.
Me da miedo escribir que lloré por si me hiciese ver como masoquista por continuar con una profesora retrógrada que no tendría que enseñar nada a nadie.
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Me da miedo escribir que tengo un coche.
Me da miedo escribirlo por si pareciera que estoy presumiendo de un bien material, que este pudiera desvelarme como una mujer superficial y, por tanto, cuando mi vecina toda contenta por mí se dio cuenta de que estaba aparcado en frente de casa con la incriminadora L, me quedé absolutamente paralizada sin decirle mucha cosa y aunque ya han pasado unos días desde entonces, mi reacción todavía me acecha.
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Me da miedo escribir que el día antes del examen práctico que sí aprobé, me eché tres cartas de tarot. Una por la situación actual, una por el obstáculo, una para el paso siguiente. Que la segunda carta fue la reina de copas y leía «el obstáculo se presenta en forma de sensibilidad. Hemos de reconocer nuestra verdad y no tanto la opinión externa.»
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Un dato curioso
Es sólo gracias al taller de cuaderneo de que ahora uso las cartas de tarot para escribir, para intuir en compañía o para dibujar. Me permito ser una principiante de por vida con este asunto; no saber nada de tarot y haberme comprado una baraja puramente por su aspecto, intentar replicar el dibujo de la carta que más me guste en el cuaderno, escribir lo que yo creo que dice antes de leer el librillo de trampitas.
Quiero correr la voz de que las contadas veces que he hecho este ejercicio, ha sido totalmente placentero y que lo recomiendo a quien haya llegado a leer hasta aquí.



Un dato bonito
El día que saltó la reina de copas, antes de tirar las tres cartas pensé en pedir a mi mamá, que ya no vive, una ayuda para ver más claro lo que me hiciese falta ver. Y resulta que esta carta es la figura maternal del mazo. «La auténtica personificación de la fuerza maternal.»
Me daba miedo escribirlo por si fuera cursi pero igual lo he escrito.
Adriana
PD: sirva esta carta de recordatorio a quien quiera que se encuentre «fuera de la edad escolar» intentando sacar cualquier cosa adelante donde se esté exponiendo a ser principiante, a sentirse torpe, inexpertx, inadecuadx o a veces, demasiado autoexigente y/o autoflagelante, que todo progreso vale aunque no lo parece nunca en el momento. Te veo y te admiro.
