preciadas ilusiones

y otras cosas impolutas

preciadas ilusiones

barrido bajo la alfombra

En el año dos mil dos, Alanis Morissette sacó un disco que se llama Under Rug Swept. Ella tenía veintiocho años y yo diecisiete. El disco que la había hecho famosa, Jagged Little Pill, sin embargo, había sido de unos seis años atrás, en los cuales yo estaba bastante enfocada en mi boy band era. Las eras, por supuesto, no eran todavía una gira de Taylor Swift y la palabra como tal no había sido promovida al uso diario, sino que se conservaba destinada casi exclusivamente a la evolución geológica. (*)

Pero lo bueno de ser hermana menor, es que la música que se escucha en tu casa, aunque no se dirija a ti exactamente como segmento demográfico, se sigue sintiendo como tuya.

Así que mi música, en rangos de tiempo, como ya dije aquí, puede extenderse gracias al Trío Los Panchos y otros muchos artistas, aproximadamente desde los años cuarenta del siglo pasado hasta quizás el día que muera. Sin embargo, soy capaz de admitirles y admitirme a mí misma que, de adulta, la relación con la música comparada a cuando eres adolescente, simplemente no afecta de la misma forma.

Tal vez es la disponibilidad de tiempo que permite, en rasgos generales, la minoría de edad o tal vez ese sentido de búsqueda identitaria casi en modo supervivencia que parecemos atravesar muchas de nosotras en esos años, lo que hace que ese vínculo con la música sea tan fuerte. En cierta forma permitiéndonos decir, sí, esta ahora es mi personalidad. Es quién soy. Mediante la dedicación y las horas de escucha, me convierto en esto. Era lo que necesitaba sin saberlo, gracias, me siento mejor.

pasar a limpio

Under Rug Swept, el CD, traía librito de canciones. Lo recuerdo perfectamente. Pero cualquiera que haya escuchado a Alanis sabrá que sus canciones son verborreicas y difíciles de cantar, sobre todo si el inglés no es tu lengua materna.

Aquí es donde la anteriormente mencionada inversión de tiempo toma lugar. Yo, y muchas otras hemos pasado a limpio canciones en cuadernos como método de asimilación de las letras, para ser mejores fans. Compromiso verdadero, pero no tanto como la generación anterior habría tenido que mostrar para trasladar ‘a pelo’ las letras al papel, retrocediendo el cassette infinidad de veces.

Otras veces, con el boom del punto com y desprovistas de youtube lyrics o spotify como monopolio de la industria, cuando el CD no traía el librito de letras, había que buscar la página web con menor número de virus por clic y pantallas emergentes, que te permitiera leer una letra entrecortada por anuncios, con múltiples errores, pero ‘pasada a limpio’ por otra fan igual de estudiosa e igual de comprometida que tú.

Finalmente, una medida no menos extrema podía ser poner el título de la canción o el nombre del disco como tu dirección de correo electrónico, de esta forma sellando la asociación persona común-artista que tanto anhelabas.

manos limpias

Todo esto para decir que a los diecisiete yo no entendía lo que estaba cantando Alanis en un sentido amplio.

Cuando dice:

If it weren't for your maturity, none of this would have happened
If you weren't so wise beyond your years
I would've been able to control myself

(si no fuera por tu madurez nada de esto habría pasado, si no fueras tan inteligente para los años que tienes, me habría podido controlar)

… yo entendía las frases pero no lo que querían decir las canciones como un todo. No que hablaran de desequilibrio de poder, de acoso en el trabajo, de gaslighting y claro, de feminismo, previo (¡prevísimo!) al movimiento metoo.

Sé que no estoy diciendo nada nuevo cuando señalo que Alanis Morissette y su música es feminista, puesto que ella siempre parece haberlo pretendido así y lo ha declarado, pero no sólo era el tema del inglés, era que yo no tenía el vocabulario para ser feminista en dos mil dos, ni muchos años después de ese año.

Cristina Rivera Garza, en El invencible verano de Liliana, habla de esa falta de vocabulario que nos falla para nombrar aquello que necesitamos señalar y exigir que no se repita. Dice:

Uno nunca está más inerme que cuando no tiene lenguaje. ¿Quién, en ese verano de 1990, iba a poder decir, con la frente en alto, con la fuerza que da la convicción de lo correcto y de lo cierto, y la culpa no era de ella, ni dónde estaba ni como vestía? ¿Quién en un mundo donde no existía la palabra feminicidio, las palabras terrorismo de pareja, podía decir lo que ahora digo sin la menor duda: la única diferencia entre mi hermana y yo es que yo nunca me topé con un asesino?

Si, como yo, estás postergando esta lectura por el tema que trata; me temo que debo insistir en que es un libro con mucha luz y belleza, sobre tantas otras cosas más que el feminicidio de Liliana, como por ejemplo, el lenguaje. No seas como yo, sé como Carmen que fue la que me lo volvió a subir a la lista de prioridades.

Es julio de dos mil veinticinco y estoy en el concierto de Alanis en el Parc del Fòrum. Justo cuando empieza a sonar Hands Clean pasan unas personas en fila para buscar cerveza, yo comienzo a sentir unas fuertes ganas de golpearles al mismo tiempo que el devenir de un patatús, me oigo decir un «ay, ay, ay,» quedo, emocionado, porque ya daba por hecho que no iba a cantar ninguna de las de ese disco. Tengo los ojos empozados. De pensar en mí cuando ese CD era una posesión preciada. De entender la canción a pesar de no cantarla perfectamente. La entiendo toda de esa forma incompleta, como se entienden las cosas cuando tienes diecisiete, con otras partes del cuerpo.

La que no cantó, es la que dice:

And though I know who I'm not I still don't know who I am
But I know I won't keep on playing the victim
These precious illusions in my head
Did not let me down when I was a kid
And parting with them is like parting with a childhood best friend (**)

Adriana

(*) estoy casi segura de que ya hice este chiste antes pero no lo encontré; parece que lo considero lo suficientemente gracioso como para arriesgar mi reputación de persona ocurrente.

(**) Y aunque sé quién no soy, sigo sin saber quién soy

Pero sé que no seguiré haciéndome la víctima

Estas preciadas ilusiones en mi cabeza no me decepcionaron cuando era niña

Y separarme de ellas es como separarme de un mejor amigo de la infancia