millennials mayorcitas
envejecer en internet
Escuchando hablar a Fran Meneses, no recuerdo exactamente en cual de sus videos o capítulos del podcast, me hizo reflexionar sobre este papel único en el que nos toca estrenarnos a las generaciones X y Y —esta última mejor conocida como millennials— que se trata sobre — redoble de tambores— envejecer en internet.
En mi caso particular, habiendo nacido en 1985, he vivido y viviré más años de mi existencia usando internet y con una identidad online que los años que he pasado sin. Con cambios físicos y de pareceres fácilmente compilables y comparables a lo largo del tiempo.
Hasta aquí nada que no sepamos, pero el mensaje que recibí de Fran en este caso, fue el opuesto al que yo inicialmente tendría la reacción de tomar; ella en vez de huir de esta responsabilidad de mostrarse se lo plantea —o yo lo entendí así— como un deber casi de interés colectivo para todas: crear y ocupar un espacio de millennials mayorcitas podría ser hasta subversivo.
Inmediatamente me he sentido llamada a la labor de ser la futura Grandma Droniak, quien por cierto hace un trabajo tremendo en aportar al internet este tono despreocupado e irreverente — sobre todo en torno a la muerte— que se va obteniendo aparentemente solo a medida que nos hacemos mayores.

Volviendo a la subversión y si consideramos por un momento el uso tan accesible de la foto, y todavía más, el formato video al alcance de casi cualquiera, tal vez sea cierto que adaptarse a verse a una misma cambiar y hacer a otrxs partícipes de esos cambios, es prácticamente una forma de resistencia. Desde la resistencia más obvia que pasa por no usar filtros para modificar nuestra apariencia, y también otra quizás todavía más tentadora que es no desaparecer de tus propias fotos y vídeos a medida que pasa el tiempo y tu belleza es ya menos proclive a la belleza normativa.
De esta última tentación soy completa y constantemente culpable, desde siempre.
No hay que ser demasiado perspicaz ni tampoco haber pasado mucho tiempo en este espacio para darse cuenta de que mi preferencia no es precisamente mostrarme para comunicar. Esto podría deberse en gran parte a que cada año que sigo comunicando en internet, es un año de vida que he cumplido y — para sorpresa de nadie— es un año que he envejecido y mi cuerpo ha cambiado.
Sin embargo, miento. De alguna manera, envejecer me —nos — sorprende y se nos condiciona desde muy pequeñas a entender los cambios físicos que conlleva, como traición del cuerpo y de la cara en nuestra contra. Demás está decir que aquí reside el verdadero problema.
Entonces en mi interior son posibles simultáneamente todos esos diálogos de supuesta traición y también ganas de ser Grandma Droniak o YouTuber o lo que sea ¿puede que no sea yo la única?
Supongo que lo que quiero decir es que es mucho más fácil mostrarse cuando lo que una enseña refleja algo como: «mira, esta foto dice realmente lo que yo creo que soy y lo que yo creo que soy está aprobado por la mayoría» (véase juventud, delgadez, etc.). Pero en cuanto empezamos a pensar que lo que somos no es suficientemente adecuado, comienza a no ser fácil y qué gran pérdida sería suprimir nuestras caras y cuerpos en pos de una comparación dañada en primer lugar.
Supongo que lo quiero decir, finalmente, es que Fran me convenció y quiero ver nuestras caras y nuestros cuerpos, por allí, ocupando sitio, aun mientras — y también como fruto de ser millennials—nos peleamos con la idea de mostrarlos.

la parte sobre leer
¿Ya habéis leído a Tove Ditlevsen? esta es mi plegaria para que lo hagáis.

Viene al caso, ahora que hablamos de crecer; ya que esta en particular es una trilogía de las memorias de su vida dividida en infancia, juventud y dependencia. Con Tove ya me estoy tuteando porque narra todos los hechos de su vida sin cuestionamientos con tal naturalidad y franqueza que no pude evitar admirarla, compadecerla y quererla como si fuera un personaje ficticio creadx para resultar entrañable al mismo tiempo que desquiciante. Lo devoré.
Si hago algo bien en esta carta por favor que sea subirlo en vuestra lista de prioridades.
Adriana
