Lynda Barry

ideas para cómo soportar estar aquí

Lynda Barry

 

Carta del 26 de febrero del 2023:

Aniko Villalba me presentó a Lynda Barry. Obviamente no en un sentido literal; quiero decir simplemente que la mencionó como un referente. Y lo primero que encontré sobre Lynda Barry en internet fue su TEDtalk de los años 2000 tempranos, donde estaba ella, una mujer despeinada, un pelín sudorosa, con una bandana en la cabeza y unas tarjetas en la mano, que comenzaba su charla hablando de ese nerviosismo errático que la estaba acompañando en ese momento y que era evidente. Por una parte enternecedor todavía encontrar nerviosismo en un TEDtalk y por otra, una incomodidad que nunca se fue del todo.

Inmediatamente después estaba en la app de la red de bibliotecas de Cataluña buscando un libro de Lynda Barry y de la decena que tiene publicados, solo encontré uno, el cual pedí que me trajeran de Vilaseca a mi biblioteca (sí, eso se puede). Siempre que quedan pocas copias de los libros de una autora en las bibliotecas, pienso que estamos ante el peligro inminente de que ésta quede descatalogada (olvidada) y por tanto, se cuela en mi lista de prioridades para leerla lo antes posible y hago una nota mental —y en Google Keep— para venir a hablarte sobre ella aquí. 

En el video que enlacé justo en la línea de arriba, —ojalá lo veas— Lynda, con quien ya estamos en términos de tuteo, dice: «la razón por la que estoy aquí es porque hice un dibujo». Y más o menos a partir del minuto 16:13 empieza a comentar algo que probablemente necesitas escuchar, o que al menos yo necesitaba:  «Existe este sentimiento de que si no somos realmente buenxs en algo, no tenemos derecho a hacerlo.» 

¿Por qué? —me pregunto—. ¿Es realmente la mediocridad lo peor que podría pasarnos? Tal vez si hablásemos de la mediocridad generalizada a todos los aspectos de nuestra vida, pero bien sabes que ese no es el planteamiento.

No puedo evitar insertar mi propio ejemplo. Pudiera afirmar, pues, que ejerzo la mediocridad cada vez que me siento a escribir una de estas cartas o divulgo sobre literatura. ¿Soy acaso la persona más leída? ¡Ni siquiera los diplomas me respaldan! Nadie me avala para escribirte...

La pura verdad es que hace unas semanas lloré de aburrimiento; terminé una reunión de trabajo de más de 4 horas por Teams, (que es una de las nuevas formas de tortura a las que nos sometemos) y lloré. Esa misma noche, Lynda me explicó por qué garabatear —eso es, dibujar mediocremente— es algo:

«Tal vez es por esto que dibujamos durante reuniones o detrás de sobres cuando estamos esperando al teléfono. Dibujar nos permite soportar estar allí. Solamente eso, es algo. Dale un color a un niño cuando esté esperando en alguna parte, de alguna forma cambia las cosas. ¿Cómo?»(*)



«Y ese sentimiento, ese sentimiento flotante y extraño de estar allí y no estar allí, volvió. Una línea llevó a la otra y una historia se formó lentamente debajo de mis manos. Ser capaz de soportar no saber durante suficiente tiempo para dejar a algo vivo tomar forma. Sin las dos preguntas (¿es bueno?¿a alguien le gustará?), tanto es posible. A todxs lxs niñxs que dejaron de dibujar ¡volved!»(*)


Finalmente, cada vez que te llegue uno de estos correos, te pido me imagines abrazada al pulpo. Aquí estoy, sosteniendo mi propio no-saber para crear algo o tal vez simplemente para soportar seguir aquí, en el sentido más amplio o más minúsculo del aquí. 

Adriana




(*) las capturas pertenecen al libro What it is de Lynda Barry (Drawn & Quarterly, 2008)